A exactamente un año de la desaparición de Loan Danilo Peña en Corrientes, el caso sigue siendo uno de los más desconcertantes y complejos de la región. La búsqueda del niño ha estado marcada por una serie de hechos insólitos y polémicos que complican el avance tradicional de la investigación, y mantienen viva la esperanza y la angustia en la comunidad.
Desde el inicio, la hipótesis oficial apuntó a un posible extravío, pero pronto surgieron elementos que ampliaron el escenario más allá de una simple desaparición accidental. Entre ellos, la consulta a un vidente por parte de uno de los detenidos, que expuso la incertidumbre y la falta de certezas que enfrentan los investigadores tradicionales. Este hecho, por fuera de los métodos judiciales convencionales, reflejó el grado de desesperación y la búsqueda de pistas en todos los ámbitos posibles.
A su vez, el análisis grafológico de firmas claves en la causa – Ramírez y Benítez – introdujo una herramienta poco usual en la escena judicial, buscando caracterizar aspectos psicológicos de los involucrados para entender mejor sus posibles roles en la desaparición.
Las medidas extremas no se limitaron al terreno teórico. Los padres de Loan solicitaron excavar una tumba custodiada por la Policía Federal, y en otra ocasión, se rompió una losa en un cementerio en una búsqueda desesperada de indicios. En la zona rural de desaparición, incluso se evaluó el uso de equipos especiales para inspeccionar el interior de animales, subrayando el exhaustivo, aunque poco convencional, esfuerzo desplegado.
Las pistas llegaron a cruzar fronteras. Desde supuestos avistamientos en ciudades alejadas como Gualeguaychú hasta una fotografía en un shopping colombiano, que fue finalmente descartada. La intervención de autoridades paraguayas y la insinuación de una nueva pista “desde el espacio” sugieren la aplicación de tecnología satelital en la búsqueda, mostrando la dimensión regional y tecnológica del caso.
Pero no todo se circunscribe a la búsqueda física. La aparición de un mensaje amenazante en un globo con la frase “Tengo a Loan” y un operativo en Brasil que detuvo a 60 personas relacionadas presuntamente con redes ilícitas, amplifican la preocupación y el entramado criminal que podría estar detrás.
En medio de este entramado, la investigación judicial no ha estado exenta de controversias. La jueza federal Cristina Elizabeth Pozzer Penzo, a cargo de la causa, ha protagonizado decisiones polémicas y cuestionamientos públicos. Su postura inicial que delegaba la responsabilidad de la búsqueda al Poder Ejecutivo y su manejo general de la investigación han sido fuertemente criticados, incluso con pedidos formales de juicio político. Denuncias, enfrentamientos mediáticos con abogados y cuestionamientos desde sectores judiciales reflejan la tensión que rodea su papel.
Paralelamente, conexiones con otros casos como el estremecedor caso Lian y el análisis de pruebas genéticas ampliaron el marco de investigación, reforzando la hipótesis de un posible rapto, reforzada además por el testimonio clave de una niña.
La complejidad del caso Loan, entre medidas insólitas, controversias judiciales y la persistente ausencia del niño, revela una trama difícil de desentrañar y pone en el centro un sistema que se enfrenta a desafíos sin precedentes. A un año, la causa sigue abierta, con la sociedad y la Justicia aún buscando una verdad que hasta ahora se resiste a emerger.
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