Una mañana que comenzó como cualquier otra en la Escuela Secundaria N° 44 de San Pedro de Colalao, en la provincia de Tucumán, terminó en una emergencia sanitaria que afectó al menos a 60 estudiantes de entre 13 y 17 años. Náuseas, vómitos, cefaleas, mareos y sensación de desmayo fueron algunos de los síntomas que obligaron a activar el sistema de salud local y provincial.
El primer indicio surgió cuando tres estudiantes comenzaron a presentar signos de malestar, lo que llevó a las autoridades a monitorear de cerca la situación. Sin embargo, con el correr de las horas, el número de afectados se multiplicó, lo que obligó a trasladarlos al Centro de Atención Primaria de Salud (Caps) local. Siete de los jóvenes fueron derivados al Hospital de Trancas, tres quedaron en observación en el Caps y una niña debió ser llevada al Hospital del Niño Jesús en la capital tucumana.
La magnitud del caso movilizó a múltiples áreas del Ministerio de Salud Pública, incluyendo Bromatología, Epidemiología, Salud Ambiental y Gestión Sanitaria. El propio ministro Luis Medina Ruiz se trasladó hasta la localidad para coordinar las tareas de prevención y esclarecer el origen del brote.
Aunque inicialmente se pensó en una intoxicación alimentaria vinculada al desayuno escolar, las autoridades no descartan una hipótesis mucho más grave: el posible ingreso de una sustancia externa al establecimiento. La jefa de la comisaría local, Gabriela Valdez, informó que una profesora de la institución formalizó una denuncia señalando a un alumno como presunto responsable de distribuir una sustancia dentro del colegio. Esta versión tomó fuerza al detectarse síntomas como taquicardia, dilatación de pupilas e intensa sensación de calor corporal, poco compatibles con una intoxicación alimentaria convencional.
La Fiscalía de turno ordenó la recolección y análisis de muestras, tanto alimentarias como ambientales, para determinar con precisión el origen del cuadro. En paralelo, se solicitó a los padres de los estudiantes afectados que formalicen sus denuncias tras el alta médica, para ayudar en la conformación de un protocolo preventivo.
El hecho remite a otro caso reciente ocurrido en febrero en Corrientes, donde 35 personas resultaron intoxicadas tras consumir pollo en mal estado. En aquella oportunidad, la situación fue aún más dramática: una persona falleció y el sistema de salud local colapsó ante la demanda arrepentida.
La situación en Tucumán encendió una señal de alerta sobre la necesidad de reforzar los controles en los establecimientos educativos y la urgencia de trabajar en protocolos ante emergencias sanitarias que puedan tener consecuencias graves o incluso letales.