Luego de oficializar su candidatura a diputada provincial por la tercera sección electoral, Cristina Fernández de Kirchner activó los engranajes del peronismo bonaerense y citó este jueves al gobernador Axel Kicillof en su residencia de la Ciudad de Buenos Aires, con el objetivo de definir una estrategia electoral conjunta de cara a los comicios legislativos del 7 de septiembre.
Aunque fuentes cercanas a ambos sectores confirmaron que la reunión estaba prevista para antes del mediodía, desde el entorno del mandatario provincial se difundieron imágenes de su participación en un evento público, desmintiendo así que el encuentro ya se hubiera concretado. El operativo de seguridad alrededor del domicilio de Cristina Kirchner y el ingreso de su hijo, Máximo Kirchner, cerca de las 12:22, mantuvieron en vilo a la prensa durante toda la jornada.
Este posible encuentro marcaría el segundo cara a cara entre ambos en apenas una semana, tras más de cinco meses sin diálogo directo en medio de la creciente interna entre La Cámpora y el Movimiento Derecho al Futuro, espacio político lanzado por Kicillof como alternativa a la hegemonía del kirchnerismo tradicional.
Cristina Kirchner busca consolidar un bloque peronista de unidad en el territorio bonaerense, particularmente en los 19 municipios del sur y oeste del conurbano, donde se destacan La Matanza y Lomas de Zamora como centros neurálgicos del voto peronista. Sin embargo, algunos intendentes alineados con el gobernador amenazan con presentar listas propias, lo que tensiona aún más las negociaciones internas.
La candidatura de la expresidenta se entiende también como un intento de reposicionarse políticamente, en un contexto de avance sostenido de La Libertad Avanza, que selló un pacto con el PRO para disputar con fuerza el mayor distrito electoral del país.
En una entrevista reciente por C5N, Cristina Kirchner dejó entrever su preocupación por el escenario electoral: “¿Alguien concibe que si al peronismo le va mal en septiembre, le termine yendo bien en octubre?”, preguntó, instando a los dirigentes del espacio a reflexionar sobre la gravedad de una eventual derrota en las legislativas, que podría tener consecuencias a nivel nacional.
Por ahora, la unidad peronista sigue en suspenso, con una dirigencia fragmentada, tensiones no resueltas y un panorama electoral desafiante.