El mundo vuelve a dirigir su mirada al Vaticano. Este viernes, los bomberos del Estado pontificio instalaron la emblemática chimenea sobre el techo de la Capilla Sixtina, desde la cual saldrá el humo que indicará si se ha elegido —o no— al próximo Sumo Pontífice. A partir del 7 de mayo, cuando comience oficialmente el cónclave, la atención estará centrada en esta histórica capilla, cerrada ya al público para los preparativos.
El humo negro, símbolo de una votación sin acuerdo, y la “fumata” blanca, signo de que se ha elegido a un nuevo Papa, volverán a ser los protagonistas visuales de este proceso tan esperado. La elección requerirá una mayoría calificada: al menos 89 votos de los 133 cardenales menores de 80 años habilitados para sufragar. El miércoles 7 se celebrará la tradicional misa Pro eligendo Pontifice, tras la cual los cardenales entrarán en la Capilla Sixtina entonando el himno Veni, Creator Spiritus y prestarán juramento.
En los días siguientes, se realizarán dos votaciones diarias —una por la mañana y otra por la tarde— hasta alcanzar el consenso necesario. En esta ocasión, se tomarán medidas especiales de accesibilidad: se elevó el piso con una estructura provisoria para evitar accidentes entre los cardenales de edad avanzada o con dificultades para movilizarse.
En paralelo, las congregaciones generales continúan desarrollándose en Roma, con la participación de más de 180 cardenales (aunque solo los menores de 80 pueden votar). Allí se debaten el presente y futuro de la Iglesia, así como las características deseables en el próximo sucesor de Pedro.
Para evitar errores como los ocurridos en el pasado —en especial durante las elecciones de Juan Pablo I y Juan Pablo II, cuando el humo fue grisáceo y generó confusión—, desde 2013 el Vaticano utiliza un sistema de doble estufa: una para quemar las papeletas y otra que añade cartuchos químicos para asegurar una señal visual clara.
Todo está listo. El mundo espera en silencio, y el cielo de Roma volverá a hablar con humo.