En Santa Lucía, Corrientes, el molino «La Rosario» es mucho más que una planta de procesamiento de arroz. Es el sueño que Rafael Giordano construyó junto a su esposa, sus hijos y un equipo de 20 personas que lo acompañan en cada etapa del proceso: desde el secado y fraccionado, hasta la exportación. En un contexto de subas constantes en los costos de energía, el desafío no era menor: seguir operando sin perder rentabilidad y, al mismo tiempo, proyectar crecimiento.
“Nos tocó una decisión difícil: o buscábamos una solución o corríamos el riesgo de estancarnos”, resumió Rafael —»el Negro», como lo conocen en la zona—. Junto a su hijo Alejandro, que se formó en Recursos Humanos pero eligió aprender desde abajo en el negocio familiar, decidieron apostar por la energía solar. La inversión fue posible gracias a una línea de crédito del Banco Nación, orientada a energías renovables.
Los números eran claros: antes de la instalación de paneles, las facturas de electricidad llegaban a los 10 millones de pesos mensuales, un monto que hoy, con ajustes, rondaría los 25 millones. Con los nuevos paneles y baterías, ya lograron abastecer un 40% del consumo mensual del molino, y redujeron la factura a 13 millones. «Fue una gran alegría. Eso que ahorramos se convierte directamente en competitividad», señaló Giordano.
La empresa comercializa arroz bajo la marca Porambá en varias provincias argentinas y también en el exterior. En abril exportaron 12 contenedores a Costa Rica y Nicaragua, y esta semana enviaron ocho más rumbo a Turquía. Aunque las exportaciones no son masivas, sostener esa presencia internacional les permite no salir del radar global.
“Hasta hace dos años también sembrábamos, pero vimos que teníamos que estar 100% en el molino. Así que ahora compramos el arroz a productores locales. La eficiencia se volvió clave”, relató. La planta está ubicada sobre la ruta provincial N.º 27, y consume unos 35 megavatios al mes. Con 208 paneles solares y baterías de litio que permiten operar hasta 6 horas sin red, generan cerca de 15 MV. Están a la espera de un medidor bidireccional de la DPEC, que les permitirá volcar el excedente a la red pública.
En La Rosario, las decisiones se toman en familia. Aunque no participan en el día a día del molino, las hijas de Rafael —Rocío, Belén, María Antonella y Ornella— colaboran con trámites y gestiones, especialmente los relacionados con el comercio exterior. Su esposa Estela, a quien él llama “la Jefa”, es el corazón del proyecto. “Cada paso que damos es pensando en nuestros hijos y nietos”, repite Rafael.
Además de la eficiencia económica, la motivación fue también medioambiental. “Tenemos nietos de cinco años, y pensamos cómo podemos aportar a un mundo mejor para ellos”, explicó.
Después de una pequeña ceremonia con un sacerdote para bendecir las nuevas instalaciones, la familia Giordano se planteó un nuevo objetivo: alcanzar el 100% de abastecimiento solar para el año 2030. “Es un camino de esfuerzo, pero también de esperanza. Apostamos a este hermoso país que tiene todo para salir adelante”, concluyó.