El ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, y el vocero presidencial, Manuel Adorni, anunciaron este lunes a través de sus redes sociales el cierre definitivo de la planta de impresión de billetes ex Ciccone Calcográfica, ubicada en Don Torcuato. Este cierre representa el fin de un capítulo marcado por escándalos de corrupción durante el kirchnerismo y supone un ahorro de $5.040 millones anuales para el Estado argentino.
Un símbolo de corrupción
La planta, expropiada en 2012 bajo la gestión de Amado Boudou, quien fuera vicepresidente y posteriormente condenado por corrupción, se había convertido en un emblema de las irregularidades en el manejo estatal.
«Hoy cerramos definitivamente la ex Ciccone, uno de los grandes emblemas de la corrupción kirchnerista», afirmó Adorni en su comunicado. Caputo, por su parte, añadió: «El Estado ya no fabricará más billetes. Es más eficiente adquirirlos de proveedores internacionales».
Proceso de cierre
El cierre implica:
- Desmantelamiento de la planta:
- El retiro de maquinaria utilizada para imprimir billetes.
- La reubicación de equipos destinados a la fabricación de chapas patente y pasaportes en depósitos en Retiro.
- Subasta del inmueble:
- El predio será gestionado por la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) para su venta. Actualmente, contiene una bóveda que almacenaba billetes próximos a ser destruidos.
- Reubicación del personal:
- Las 270 personas empleadas en la planta serán dispensadas mientras se define su futuro laboral.
Desde el 31 de octubre, la planta había cesado todas sus operaciones tras la rescisión del contrato con el Banco Central de la República Argentina (BCRA), que ahora adquiere los billetes de proveedores internacionales.
Impacto económico y político
El cierre de la ex Ciccone se enmarca dentro de la política de ajuste y reestructuración estatal impulsada por el gobierno de Javier Milei. Además del ahorro directo, la medida busca enviar un mensaje político al eliminar estructuras consideradas ineficientes y vinculadas a gestiones cuestionadas.
«La impresión estatal de billetes era un gasto innecesario. Ahora podemos redirigir esos recursos a sectores más productivos», explicó Caputo.
El legado de la expropiación
La estatización de Ciccone Calcográfica en 2012 fue justificada entonces como un esfuerzo para garantizar la soberanía en la impresión de billetes. Sin embargo, la operación estuvo plagada de irregularidades que culminaron en la condena de Amado Boudou y en el desprestigio de la gestión estatal de la planta.
Perspectivas a futuro
Con este cierre, el gobierno apunta a:
- Optimizar recursos públicos, reduciendo costos administrativos.
- Eliminar cargas heredadas de gestiones previas marcadas por la corrupción.
- Modernizar la infraestructura estatal, concentrando esfuerzos en funciones más estratégicas.
El cierre definitivo de la ex Ciccone marca un antes y un después en la gestión estatal de bienes y servicios, dejando atrás una página oscura de la historia reciente mientras se busca trazar un camino más eficiente para el futuro.
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