La llegada a la Argentina de Shahram Dabiri, exvicepresidente para Asuntos Parlamentarios de Irán, sin ser identificado como funcionario de un régimen considerado de riesgo por los organismos de inteligencia internacionales, desató una profunda crisis en el sistema de control migratorio y obligó al Gobierno nacional a rediseñar parte de su protocolo de ingreso al país.
Dabiri ingresó con una visa en regla como médico, sin declarar su vinculación con el régimen iraní, y recorrió libremente la Patagonia y la Antártida en un crucero de lujo, sin ser detectado por ninguna agencia. El dato más alarmante: ni la Cancillería argentina, ni la SIDE, ni siquiera el Mossad lograron identificar su verdadera identidad antes o durante su estadía en el país.
Fallas estructurales y cambios urgentes
El hecho generó alarma en la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), conducida por Sergio Neiffert, donde se admitieron serias fallas en el procedimiento. En ese contexto, se puso en marcha una serie de reformas inmediatas en el sistema de evaluación de visados y control migratorio, con el objetivo de blindar futuras entradas de figuras sensibles.
El nuevo esquema contempla tres líneas de control simultáneas:
- La Agencia de Seguridad Nacional (ASN)
- El Servicio de Inteligencia Argentino (SIA)
- La Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC)
Estas tres ramas serán ahora copartícipes obligatorias en la supervisión de visados, en especial para los provenientes de países identificados como “zonas de riesgo”, categoría que también fue revisada tras el incidente.
Uno de los primeros ajustes fue la modificación de los formularios de ingreso, que ahora exigirán a los visitantes declarar si han ocupado o ejercen funciones públicas o cargos estatales en su país de origen, además de otros filtros que antes no eran tenidos en cuenta.
Redefinición del mapa de riesgo y equipamiento
Como parte del rediseño estratégico, el Gobierno decidió actualizar la lista de países considerados peligrosos, lo que implicó la exclusión de Emiratos Árabes Unidos de dicha nómina y la incorporación de varios países africanos con conflictos bélicos y gobiernos inestables. La revisión busca que el sistema migratorio esté más alineado con las dinámicas geopolíticas actuales, y no con criterios heredados o desactualizados.
Asimismo, se evalúa la compra de tecnología de punta para fortalecer la detección temprana de ingresos sensibles, incorporando herramientas de verificación digital y análisis biométrico, todo con suministro de industria nacional, según confirmaron fuentes oficiales.
Una advertencia internacional
El caso Dabiri reaviva un viejo dilema argentino: cómo equilibrar la hospitalidad migratoria con la seguridad nacional en un mundo globalizado y marcado por conflictos de inteligencia. Aún sin cargos formales o violaciones a las leyes argentinas, la presencia del exfuncionario iraní dejó en evidencia vacíos que pueden ser aprovechados por actores de alto riesgo, en momentos donde la seguridad internacional no concede errores.
Desde el entorno presidencial sostienen que este incidente «fue un llamado de atención» y prometen una SIDE más proactiva y moderna. Sin embargo, el costo institucional ya está hecho: la Argentina mostró una vulnerabilidad que, ahora, deberá reparar con hechos más que con promesas.