El pasado jueves 13 de febrero, las calles de Goya, la segunda ciudad más importante de Corrientes, quedaron anegadas tras la caída de entre 90 y 100 milímetros de agua en pocas horas. La intensa precipitación fue la primera lluvia significativa del verano, marcando un alivio después de jornadas de calor extremo y focos de incendios en áreas rurales cercanas.
Impacto en la ciudad
La abundante lluvia generó complicaciones en las zonas urbanas. Muchas calles céntricas y residenciales quedaron cubiertas de agua, y los vecinos rápidamente compartieron imágenes y videos en redes sociales y grupos de mensajería, reflejando su sorpresa e indignación. “Primera lluvia del verano y ya nos inundamos”, comentaron algunos habitantes, señalando los problemas en el drenaje pluvial de la ciudad.
Sin embargo, a pesar de las inundaciones iniciales, el agua logró escurrirse rápidamente en varias áreas urbanas tras la precipitación, devolviendo cierta normalidad a la circulación en las calles.
Cambio de escenario climático
La lluvia representó un alivio para Goya y gran parte de Corrientes tras semanas de temperaturas que superaron los 40°C, acompañadas de una sequía que afectó tanto a los campos como a las comunidades urbanas. En el ámbito rural, los incendios de pastizales y campos se convirtieron en un desafío para las autoridades y los productores locales.
Esta precipitación no solo trajo un descenso en las temperaturas, sino también esperanza de una mejora en las condiciones agrícolas y ambientales en la región, aunque el fenómeno dejó en evidencia las dificultades estructurales de la ciudad para lidiar con lluvias intensas.
Un llamado a la prevención
Las inundaciones en Goya, aunque breves, subrayan la necesidad de mejorar el sistema de desagües pluviales para evitar situaciones similares en el futuro. Este episodio refuerza el desafío de las ciudades del NEA, que enfrentan extremos climáticos, entre olas de calor y lluvias torrenciales, en un contexto de creciente preocupación por los efectos del cambio climático.
Con la llegada de las lluvias, los goyanos encuentran alivio tras semanas de calor agobiante, pero también un recordatorio de la importancia de la planificación urbana y la resiliencia ante los fenómenos climáticos extremos.