¿Por qué esta vez será distinto? Es la pregunta que se hace la mayoría de los inversores que, desde que asumió Javier Milei, empezaron a mirar a la Argentina con interés. El contundente triunfo electoral del domingo le permite a muchos de ellos mantener viva la esperanza de que, eventualmente, la Argentina terminará saliendo de años de estancamiento. Para el Gobierno, ahora el desafío es mayúsculo. Ya no sólo es cuestión de estabilizar la economía, sino de construir las bases para que pueda despegar. El Ministerio de Economía pasó de solo hablar de la inflación a hablar de atraer inversiones.
“Es distinto de la ‘lluvia de inversiones’ de Macri”, se ocupó de aclarar Luis Caputo, quien recibió el martes 21, justo en la semana previa a las elecciones, a una decena de representantes de distintas industrias en el Palacio de Hacienda. Según les dijo el ministro, que por entonces estaba intentando capear la crisis cambiaria –mayor incluso a la que habían previsto, confesó–, la idea es establecer las condiciones para que lleguen inversiones en las industrias en las que la Argentina es más competitiva, como gas y petróleo, energía y minería, además de la industria del conocimiento y del campo. Hay en gateras, estimó, más de US$ 100.000 millones, y no sólo en el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). El interés en la Argentina, dijo, es superior al que hubo en otros momentos y todo en el marco de un apoyo de los Estados Unidos que todavía el sector privado no termina de dimensionar.