Por más que lo intenten disimular con tecnicismos, el peronismo bonaerense vive una de sus mayores crisis desde la derrota de 2023. Axel Kicillof acaba de oficializar el desdoblamiento de las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires y la suspensión de las PASO, en una jugada que no sólo desafía abiertamente a Cristina Fernández de Kirchner, sino que dinamiza cualquier vestigio de unidad dentro de Unión por la Patria.
La medida, anunciada este lunes en La Plata, fue presentada como un ajuste técnico al nuevo calendario electoral nacional, pero su contenido político es inocultable: Kicillof no esperó consensos ni validó su decisión con el resto del armado peronista. Lo hizo solo, marcando un rumbo propio y generando una tensión inédita con La Cámpora, con Sergio Massa y con la mismísima expresidenta.
Una ruptura anunciada
Durante el fin de semana, el gobernador se reunió con Máximo Kirchner y Sergio Massa para buscar una salida común. Pero el diálogo era estéril. Massa proponía postergar los comicios provinciales para noviembre; Cristina quería mantener las PASO y una elección unificada, con la mira puesta en frenar el avance de Javier Milei. Kicillof, en cambio, optó por su propio esquema: elecciones legislativas el 7 de septiembre y sin primarias.
En su anuncio, Kicillof intentó justificar la decisión alegando que “con la Boleta Única Nacional sería inviable votar el mismo día con dos sistemas diferentes”. Pero ni los intendentes ni los principales referentes del espacio compraron el argumento. Para todos, se trató de una jugada política que priorizó la proyección individual del gobernador por encima del frente común.
Cristina evalúa su propio camino
Las respuestas no tardaron. Desde el entorno de Cristina Fernández dejaron trascender su malestar. “Si Axel insiste, Cristina juega por afuera”, fue la frase que circuló en los pasillos del Instituto Patria. Incluso se baraja la posibilidad de que la expresidenta sea candidata a legisladora provincial en la Tercera Sección, enfrentando a dirigentes aliados a Kicillof.
La amenaza no es menor. El desdoblamiento electoral, lejos de fortalecer al peronismo, lo deja aún más fragmentado en su bastión principal. Intendentes, legisladores y referentes sindicales advirtieron que la decisión del gobernador no solo complicaba la estrategia electoral, sino que podría provocar una caída del caudal de votos en la provincia, beneficiando directamente al oficialismo nacional.
Unión por la Patria, cada vez más desunida
Con un Javier Milei que avanza en su plan de ajuste, austeridad y reformas estructurales, el peronismo aparece cada vez más atrapado en sus propias internas. Mientras el Gobierno nacional consolida apoyos y logra instalar su agenda, Unión por la Patria se desangra en peleas intestinales que alejan cualquier posibilidad de reconstrucción opositora seria.
La decisión de Kicillof puede leerse como un intento de despegarse del kirchnerismo clásico y reconfigurar su liderazgo en la provincia. Pero también puede ser el inicio de una ruptura sin retorno, donde las figuras más fuertes del espacio comenzarán a jugar por separado y el justicialismo terminará pulverizado en su territorio más simbólico.
En política, las decisiones solitarias rara vez terminan bien. Kicillof apostó fuerte. Pero lo hizo en el peor momento y sin red. El tiempo dirá si su audacia construir liderazgo o profundizar el derrumbe de un peronismo que, hoy por hoy, parece más interesado en disputarse el pasado que en construir el futuro.