NUEVA YORK.- Zohran Mamdani se paró frente a 13.000 simpatizantes y los instó a “alzar la voz tan fuerte que las escuche alto y claro el titiritero que desde la Casa Blanca mueve los hilos” de su adversario, Andrew M. Cuomo.
“Juntos, en Nueva York vamos a congelar…”, gritó Mamdani.
“¡Los alquileres!” rugió la multitud.
“Juntos, en Nueva York vamos a hacer que los colectivos sean rápidos y…”
“¡Gratuitos!”
“Juntos, en Nueva York vamos a ofrecer cuidado infantil…”
“¡Universal!”
“¿Y cómo vamos a pagarlo…?”
“¡Impuesto a los ricos!”
Después de meses de escuchar el mensaje socialdemócrata del joven candidato de 34 años a la alcaldía de Nueva York, el presidente Donald Trump intentó dar vuelta ese mensaje para convertirlo en su propio grito de guerra.
Trump calificó a Mamdani de ser “horrible”, “una pésima noticia” y “un completo delirante” al que podría mandar arrestar. En sus posteos en redes sociales y comentarios públicos, el presidente advirtió que si Mamdani se convierte en alcalde de Nueva York, “tendrá problemas con Washington como no ha tenido ningún otro alcalde en la historia de nuestra otrora gran ciudad” e insistió en que Nueva York no recibirá fondos federales para cumplir lo que Trump, de 79 años, calificó como “las falsas promesas comunistas” de Mamdani, a quien llamó “zurdito” y “y la mejor noticia posible para nuestro gran Partido Republicano”.
En una de las contiendas más ríspidas de la historia moderna por la alcaldía de Nueva York, el concejal Mamdani y el 47° presidente norteamericano, neoyorquino de nacimiento, se convirtieron en adversarios en una batalla que trasciende la ciudad: lo que comenzó como una sorpresa en las primarias demócratas locales se fue transformando en un drama político de escala nacional.
Pero es un enfrentamiento que los beneficia a ambos. Trump se ha esforzado por pintar a Mamdani como la cara de una oposición extremista, mientras que la promesa de Mamdani de resistir a Trump lo ayudó a encolumnar a los desconfiados demócratas del establishment contra un enemigo común antes de las elecciones que se celebran el martes, donde las encuestas dan a Mamdani como favorito.
Desde la Casa Blanca intentaron seducir al actual alcalde demócrata Eric Adams y al candidato republicano Curtis Sliwa para que bajaran su candidatura ofreciéndoles puestos en la administración, una intervención inusual para un presidente en ejercicio y aparentemente decidido a forzar un enfrentamiento directo entre Mamdani y Cuomo. Trump negó haber instado a los candidatos a retirar su candidatura para beneficiar a Cuomo. Desde entonces, Adams se bajó de la contienda. Sliwa sigue en carrera.
Además, rápidamente Trump y los republicanos se ocuparon de posicionar a Mamdani como la cara del Partido Demócrata, para así pintar a los demócratas en su conjunto como de extrema izquierda.
Trump, el rico desarrollador inmobiliario convertido en presidente, está ejerciendo el poder del Estado nacional desde Washington para reprimir en las ciudades y perseguir a los inmigrantes indocumentados. Mamdani, un inmigrante populista, promete resistencia a ese ejercicio del poder desde la alcaldía de Nueva York.
Sin embargo, sus trayectorias políticas revelan paralelismos sorprendentes. Ambos son neoyorquinos que lanzaron candidaturas rebeldes que los propios aparatos de sus respectivos partidos ningunearon por considerarlas poco serias. Ambos adoptaron posturas controvertidas en abierto desafío a la ortodoxia de sus partidos —la agresiva represión migratoria de Trump y la oposición de Mamdani a Israel como Estado judío— que entusiasmaron a las bases y espantaron a los dirigentes del partido. Ambos centraron gran parte de su campaña en el costo de vida y el poder adquisitivo. Los dos son hábiles comunicadores que para difundir su mensaje adoptaron las redes sociales, y los partidarios de ambos los ven como voces auténticas y raras en un panorama político plagado de discursos prefabricados.
A pesar de los esfuerzos de Trump para sacarlo de pista, Mamdani es el favorito para ganar: las encuestas lo sitúan con una ventaja de dos dígitos sobre Cuomo —un demócrata que se presenta como independiente—, y Sliwa, el candidato republicano, viene muy rezagado en tercer lugar.
Como musulmán progresista que lucha por sus creencias, Mamdani ha declarado ser “la peor pesadilla de Donald Trump”, un candidato que para hacer campaña no necesita ayuda del presidente, como Cuomo, a quien Trump ha dicho que prefiere.
Las diferencias entre Trump y Mamdani no solo definieron la campaña por la alcaldía de Nueva York, sino que probablemente también definan el tono entre ellos durante los próximos años. Trump tiene mucho poder sobre los fondos federales asignados a la ciudad de Nueva York, donde el presupuesto operativo de 2026 depende de 7400 millones de dólares en financiamiento del Estado, poco más del 6% del presupuesto total de la ciudad. Además, un reciente informe de la Oficina del Contralor del estado de Nueva York advierte que “casi toda la ayuda operativa que llega a la ciudad de parte del gobierno federal podría estar sujeta a recortes o eliminación”.
De hecho, Trump ya congeló 18.000 millones de dólares de gasto en obra pública, como parte de recortes más generalizados que tuvieron un impacto enorme en las grandes ciudades del país.
Trump hizo de la confrontación con las ciudades gobernadas por demócratas un rasgo distintivo de su segundo mandato. Al día siguiente de que Adams bajara su candidatura, Trump, que lo venía instando a hacerlo para despejarle el camino a Cuomo, dijo que planeaba enviar tropas federales a Nueva York, como ya lo hizo con otras ciudades, “para terminar con la inseguridad en unos 30 días”.
Por su lado, Mamdani promete enfrentarse a Trump “en cada paso del camino”. Ha repetido que “muchas veces nos tomamos las declaraciones de Donald Trump como si tuvieran fuerza de ley”, y suele citar el ejemplo de las ciudades de California, donde los alcaldes y dirigentes locales trabajaron juntos para contrarrestar los intentos del presidente de retener fondos federales: “Por cada dólar que gastaron esos alcaldes en honorarios legales, recuperaron más de 30.000 dólares en fondos federales”.
Mamdani está alineado tanto con Kathy Hochul, gobernadora del estado de Nueva York, como con la fiscal general de Nueva York, Letitia James, que ha demandado al gobierno de Trump y ha sido muy enérgica en la lucha contra las políticas del presidente. Ni la gobernadora ni la fiscal tienen buena relación con Cuomo.
En un evento de campaña del mes pasado en el Alto Manhattan —su primera aparición pública desde que el Departamento de Justicia de Trump la acusara de fraude hipotecario— la fiscal James mostró su apoyo a Mamdani, a quien llamó “mi hermano menor” y “una de las voces más audaces en la historia de la política de la ciudad de Nueva York”. Y sin nombrar a Trump por su nombre, añadió con firmeza: “Si vienen a por mí, tendrán que vérselas con todos nosotros”.
En ese mismo evento, Mamdani se refirió a su enemigo político común: “Estamos en un período de oscuridad política: Donald Trump y sus agentes del Servicio de Control de Inmigración se llevan a nuestros vecinos inmigrantes ante nuestros propios ojos. Su gobierno autoritario está llevando a cabo una campaña de tierra arrasada y de represalias contra cualquiera que le oponga”.
Las elecciones del 4 de noviembre se han convertido en un referéndum no solo sobre el futuro de Nueva York, sino también sobre si un populista progresista puede resistir toda la fuerza de la intimidación presidencial. Trump ha amenazado repetidamente con recortar los fondos a Nueva York y “tomar el control” de la ciudad si Mamdani gana.
Pero sus partidarios no se sienten intimidados. Seema Malik, que trabaja para la corporación de desarrollo económico de la ciudad, asistió al acto de campaña en el Alto Manhattan “porque la política necesita energía nueva”. Y ante la posibilidad de que Trump empiece a atacar a Nueva York si Mamdani se convierte en alcalde, Malik responde: “Trump dice cualquier cosa, no podemos dejarnos asustar. Incluso si gana Cuomo, quién sabe lo que podría llegar a hacer.”
Traducción de Jaime Arrambide