A más de cuatro décadas de la Guerra de Malvinas, los recuerdos siguen vivos en la memoria de los excombatientes. Alejandro González, quien a sus 19 años defendió la soberanía argentina en las islas, revive su historia a través de una carta que escribió a su madre en mayo de 1982 . Aquel pedazo de papel, amarillento por el tiempo, representa el testimonio de un joven soldado que, en medio de la crudeza del conflicto, buscaba transmitir tranquilidad a su familia.
«Les pido toda, toda la tranquilidad y tengan fe», escribió Alejandro en esa carta, evitando contar las penurias que vivían en las trincheras: el hambre, el frío, la incertidumbre. Hoy, ese documento es un tesoro invaluable que mantiene viva su historia.
El regreso al hogar: entre la alegría y el abandono
Tras la rendición argentina, Alejandro fue trasladado al continente sin que su familia supiera su paradero. En Puerto Madryn , logró comunicarse con unos vecinos, quienes avisaron a su madre que estaba viva. Su regreso a Bella Vista fue un momento imborrable: su madre, al verlo llegar con uniforme de combate, tardó unos segundos en reconocerlo antes de fundirse en un abrazo inolvidable.
Sin embargo, la vuelta a casa no fue fácil. El país le dio la espalda a los soldados que habían sobrevivido. «¿De quién me prendo? ¿Cómo volvería a comenzar?», se preguntaba Alejandro. Nunca recibió apoyo psicológico ni chequeos médicos , y tuvo que abrirse camino solo, con la contención de su madre.
Una lucha que no terminó con la guerra.
Alejandro logró rearmar su vida. Retomó sus estudios, formó una familia y trabajó hasta jubilarse. Pero las heridas del conflicto no desaparecieron. Cuatro décadas después , volvió a Malvinas en un viaje organizado para excombatientes.
«Fue como estar anestesiado, no podía creer lo que viví al volver», recuerda sobre su retorno a las islas. Allí, ante las tumbas de sus camaradas caídas, encontró la certeza de que ellos «siguen cuidando Malvinas».
Cuando se le pregunta si siente que su sacrificio fue reconocido, la respuesta es contundente: «Recién ahora, más de 40 años después, hay algo de reconocimiento. Cuando volvimos en el 82, fue un ‘arréglate como puedas'» .
Alejandro, como tantos otros veteranos, sigue combatiendo, pero ahora en la batalla por la memoria y el respeto.