El presidente Javier Milei emprenderá este jueves un viaje al Vaticano para asistir a la misa exequial del Papa Francisco, que tendrá lugar el próximo sábado en el atrio de la Basílica de San Pedro. Se trata de una ceremonia de gran trascendencia para el mundo católico, en la que líderes religiosos y jefes de Estado rendirán homenaje al pontífice argentino.
Desde Casa Rosada trascendió que Milei estará acompañado por una comitiva de seis funcionarios de primera línea, integrada por su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei; el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el canciller Gerardo Werthein; la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello; la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich; y el vocero presidencial, Manuel Adorni. A este grupo se sumarán el personal de custodia y protocolo correspondiente.
El secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo, ya se encuentra organizando los detalles del arribo oficial. Según informaron fuentes gubernamentales, partirá rumbo a Europa en las próximas horas para recibir a la delegación en el aeropuerto de Roma y coordinar el cronograma de actividades.
Una ceremonia de profunda significación
El funeral del Papa Francisco será presidido por el cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, y constituye uno de los momentos más solemnes del ritual funerario de un pontífice. Durante la ceremonia, se llevarán a cabo oraciones y cánticos litúrgicos que encomiendan el alma del papa a Dios, en un acto de despedida cargado de espiritualidad y simbolismo.
La misa exequial no solo representa un punto final para la vida del pontífice, sino también una instancia de reflexión sobre su legado pastoral, su papel en la Iglesia y su influencia en la comunidad católica global. En el caso de Francisco, el primer papa latinoamericano, la ceremonia adquiere una dimensión histórica y emocional para millones de fieles.
El presidente Milei participará de la ceremonia en calidad de representante del Estado argentino, marcando con su presencia un gesto de respeto institucional hacia la figura del Papa, a pesar de las diferencias ideológicas que marcaron sus vínculos durante los últimos años.