Desde la medianoche del jueves rige el paro general convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT), con el respaldo de ambas Centrales de Trabajadores de la Argentina (CTA). La medida, que se extenderá por 24 horas, se presenta como el tercer paro nacional desde la asunción de Javier Milei, aunque su impacto ha sido sensiblemente menor que en convocatorias anteriores.
A diferencia de lo que suele ocurrir en jornadas de paro, esta vez la actividad cotidiana en gran parte del país transcurrió con relativa normalidad. Las escuelas permanecieron abiertas, los comercios trabajaron sin restricciones y el transporte público, especialmente los colectivos, funcionó en la mayoría del territorio, aunque con algunas demoras. Esto permitió que muchos ciudadanos pudieran asistir a sus lugares de trabajo y continuar con su rutina.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y en varias provincias del interior, el paro fue prácticamente imperceptible. Sin embargo, en zonas del conurbano bonaerense, como Merlo, la situación fue más tensa debido a la alta demanda de transporte. «Es un quilombo, pierdo el presentismo que son 80 lucas», relató un trabajador a TN mientras esperaba el colectivo para llegar a su empleo en un lavadero en CABA. Por la noche, dijo no saber cómo regresaría a su casa, y que tal vez debería pedir un vale para un transporte alternativo.
Desde el Ministerio de Seguridad de la Nación informaron que se recibieron casi 1000 denuncias en la Línea 134, habilitada por el Gobierno para reportar amenazas o coacciones. Muchas de ellas estarían vinculadas a presiones sindicales ejercidas sobre trabajadores para que adhirieran a la medida de fuerza.
Entre el mediodía del miércoles y las 10 de la mañana del jueves, se registraron 584 llamados, 46 referidos a problemas de orden y 7 relacionados con movilizaciones. Desde su implementación en diciembre de 2023, el canal ha recibido más de 268.000 denuncias.
Aunque algunos sectores como los vuelos, los bancos y la recolección de residuos se vieron más afectados, en términos generales el paro tuvo una adhesión limitada. La respuesta de la ciudadanía evidencia un creciente descreimiento frente a las convocatorias gremiales y una tendencia cada vez más marcada a sostener la actividad laboral y educativa pese a los llamados sindicales.