En un intento por revertir la sostenida caída en la tasa de natalidad de Estados Unidos, la administración del presidente Donald Trump evalúa un paquete de medidas que incluyen bonificaciones económicas, beneficios académicos y educación reproductiva. El objetivo es claro: impulsar los nacimientos y recuperar la centralidad de la familia tradicional en la cultura estadounidense.
Una de las propuestas más comentadas en la Casa Blanca contempla el pago directo de 5.000 dólares a cada madre por cada nacimiento, como forma de aliviar los costos inmediatos de la maternidad. La iniciativa forma parte de una serie de ideas discutidas por asesores presidenciales, expertos en políticas familiares y activistas pro natalistas que buscan generar una «nueva explosión demográfica» en el país.
Otra iniciativa en estudio propone reservar el 30% de las becas Fulbright, uno de los programas de intercambio académico más prestigiosos del gobierno, para personas casadas o con hijos, como forma de premiar modelos de vida compatibles con la maternidad y el compromiso familiar. También se analiza un programa educativo centrado en la enseñanza sobre el ciclo menstrual y la fertilidad femenina, con el fin de aumentar el conocimiento sobre las ventanas fértiles y facilitar la planificación del embarazo.
La caída de la natalidad como alerta estructural
La preocupación no es menor. En 2023, Estados Unidos registró menos de 3,6 millones de nacimientos, una baja de 76.000 respecto al año anterior. Se trata del registro más bajo desde 1979, en un contexto donde la familia promedio ya no alcanza los dos hijos por hogar.
Si bien hubo un repunte leve tras la pandemia, la tendencia continúa en descenso. La edad promedio de las madres primerizas aumentó, y las tasas de maternidad entre adolescentes y mujeres jóvenes han caído notablemente. En contraposición, más mujeres de entre 30 y 40 años deciden ser madres por primera vez, lo que modifica la dinámica poblacional y social.
Desde sectores conservadores se encienden las alarmas. Voces como la del empresario Elon Musk, el vicepresidente JD Vance y diversos funcionarios del entorno presidencial coinciden en que la recuperación demográfica es esencial para el desarrollo económico, la seguridad nacional y la continuidad cultural del país.
Un sello ideológico con énfasis en la familia
Simone Collins, activista pro natalista consultada por el New York Times, destacó el perfil del actual gobierno: “Esta administración es inherentemente pro natalista. Basta con ver la cantidad de hijos que tienen sus principales líderes. Eso no se veía bajo Biden”, aseguró.
En la misma línea, la vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, madre y militante activa de la causa familiar, ratificó que el presidente Trump “está orgullosamente implementando políticas para apoyar a las familias estadounidenses”. En su visión, el eje natalista será central en un eventual segundo mandato, como parte de una política social que busca reforzar los valores fundacionales de la nación.
Por ahora, ninguna de las propuestas fue oficializada, pero la línea discursiva del gobierno marca una dirección clara: fomentar el matrimonio, apoyar la maternidad y priorizar a las familias en la agenda pública. Las iniciativas podrían reconfigurar el debate nacional sobre el rol del Estado en la vida familiar, la reproducción y el equilibrio entre políticas públicas y libertades individuales.