Un enorme cuadro de San Martín se impone en el Salón de Acuerdos de la Legislatura correntina, justo detrás del doctor Abel Albino. La escena es simbólica: el homenajeado no se sienta en la cabecera, sino a un costado, fiel a su estilo humilde. Con casi 80 años, Albino, uno de los médicos más reconocidos del país por su trabajo en la lucha contra la desnutrición infantil, recibió el máximo galardón otorgado por el Senado provincial: el reconocimiento General San Martín.
El acto tuvo momentos de profunda emoción. “Bien”, respondió Albino, con la voz entrecortada, cuando le preguntaron cómo se sentía. Fue suficiente para visibilizar lo que el homenaje significaba para él. Su madre era correntina, y tanto ella como su padre le inculcaron desde niño la admiración por el Padre de la Patria. Hoy, frente al retrato del prócer, esas enseñanzas parecían cerrar un círculo vital. “San Martín decía que la educación es más poderosa que todos nuestros ejércitos… y tenía razón”, citó Albino con convicción.
La distinción fue impulsada por los senadores Ignacio Osella y Henry Fick, y entregada por el vicegobernador Pedro Braillard Poccard, quien destacó el impacto que Albino ha tenido en miles de vidas a través de la fundación Conin, que ya cuenta con 114 centros en Argentina y 15 en el extranjero. “Pareciera que lo hice yo, pero no. Fue un equipo. Sin gente buena, noble y patriota, nada de esto hubiera sido posible”, subrayó el médico.
Una vida al servicio del otro
Albino llegó a Corrientes también para participar de los festejos por los 20 años de la Red Conin en la provincia. Durante su visita, fue el orador principal de una conferencia sobre los “5 pasos para una gran nación”, cuyos fondos fueron destinados a las sedes de Conin en Caá Catí y el barrio Molina Punta.
En diálogo con la prensa, el doctor relató experiencias que marcaron su misión. En sus primeros años en El Algarrobal, Mendoza, comprendió que no bastaba con alimentar a los niños. Descubrió que muchas madres no sabían siquiera preparar un biberón correctamente. “Éramos 40 en ese lugar, y el 80% era analfabeto. No me entendían. Y no podemos caminar así”, recordó con fuerza.
Para Albino, la desnutrición no es solo falta de comida, sino falta de estímulo, de abrazos, de cuentos, de curiosidad. “Hay que darle al niño un trago de leche y un beso. Si no lo beso, si no le cuento del payaso Plin Plin, no lo engancho con la vida. El niño necesita estímulos amorosos, repetidos y frecuentes”, expresó.
De la emoción al impacto
Lejos del autobombo, Albino narró anécdotas que evidencian los frutos de su trabajo. Uno de sus antiguos pacientes bailaba años después en el escenario principal de la Fiesta de la Vendimia. Otro, pelirrojo y alto, lo reconoció en un restaurante mientras trabajaba para pagar su carrera de ingeniería electrónica. “Eso es todo lo que quiero. No necesito nada más”, dijo con sencillez.
En Corrientes, más de 100 personas por día pasan por los centros Conin. No solo reciben atención pediátrica, sino también capacitación en oficios y apoyo integral. Albino insiste: el problema de la desnutrición no se resuelve desde un solo actor. “El gobierno solo no puede. Las ONG solas tampoco. Pero todos juntos, sí. Gobierno, escuelas, universidades, iglesias, empresas, todos juntos, sí”, remarcó.
Con lágrimas, con claridad, con verdad, el doctor Abel Albino no solo fue reconocido por encarnar el espíritu sanmartiniano. También dejó un mensaje de unidad, compromiso y esperanza. Una patria educada, alimentada y estimulada es posible. Y depende de todos.