En una medida sin precedentes, el Gobierno argentino anunció su salida oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una decisión que emula el camino tomado por Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump. La notificación fue firmada el 25 de febrero por el canciller Gerardo Werthein y dada a conocer públicamente durante la 78ª Asamblea Mundial de la Salud en Ginebra, sorprendiendo a los representantes diplomáticos de todo el mundo.
Desde la administración de Javier Milei, se argumenta que esta decisión responde a la necesidad de defender la soberanía nacional en materia sanitaria. En particular, se cuestiona el rol de la OMS durante la pandemia de COVID-19, cuando, según el Gobierno argentino, se promovieron medidas “extremas y contraproducentes” como las “cuarentenas eternas”, las cuales habrían generado una de las mayores catástrofes económicas y sociales en la historia del país.
El Gobierno sostiene que estas políticas, avaladas por el organismo internacional, derivaron en consecuencias devastadoras: el cierre prolongado de escuelas, la pérdida de millones de empleos, un notable deterioro en la salud mental de la población y un colapso generalizado en el tejido social. En declaraciones recientes, funcionarios del Ejecutivo calificaron incluso al modelo de cuarentena como un “potencial delito de lesa humanidad”.
En el mismo sentido, se destacó la ausencia de Argentina en la reciente votación del Tratado Mundial de Pandemias, impulsado por la OMS, como una nueva señal de independencia frente a eventuales imposiciones sanitarias globales. Este tratado, alertan desde el oficialismo, podría habilitar cuarentenas masivas sin respetar las decisiones soberanas de cada país ante futuras emergencias.
Por su parte, el expresidente Donald Trump, recientemente reelegido, firmó en enero una orden ejecutiva para consumar la salida de Estados Unidos del organismo. Entre sus fundamentos, se destacan la falta de reformas internas, la supuesta parcialidad de la OMS durante la pandemia y las exigencias económicas “desproporcionadas” hacia el país norteamericano.
Con esta decisión, Argentina se convierte en el primer país de América Latina en abandonar formalmente la OMS, abriendo un nuevo capítulo en su política exterior y en la gestión de futuras crisis sanitarias.
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