En una competencia internacional como la Copa Libertadores, Estudiantes hizo valer el recorrido y la experiencia por el mundo de algunas de sus individualidades. Un par atajadas decisivas de Fernando Muslera, cuando Cerro Porteño se sacudió su parsimonia. Una embestida de Guido Carrillo para controlar un pelotazo de 25 metros y fajarse con dos defensores, hasta que uno le convirtió el foul del penal, cuando se acababa el partido. Se las arregló solo, a puro coraje. Y la personalidad de Santiago Ascacibar para abstraerse del revuelo de protestas, provocaciones y de que le pisotearan el punto del penal, tras lo cual ajustó el remate alto para el 1-0.
En ese triángulo de jugadores curtidos para instancias eliminatorias, más un acompañamiento colectivo medianamente aceptable, Estudiantes estableció una diferencia ante un Cerro Porteño que, sin dudas, es inferior, aunque tardó demasiado en reflejarlo en el resultado. Y hasta parecía que postergaba esa tarea hasta la revancha del miércoles próximo, en La Plata, pero en el final encontró el resquicio para empezar a allanar la clasificación a los cuartos de final. La excursión del Pincha por Asunción tuvo intermitencias futbolísticas, aunque nunca se le volaron los papeles y en el estadio la Nueva Olla casi que no pasó por el riesgo de graves quemaduras por la débil llama que fue Cerro Porteño.
A la cautela de Cerro Porteño, Estudiantes le respondió en el primer tiempo con un dominio sin la debida profundidad. Quizá el Pincha esperaba una actitud más decidida de su rival, que salió muy contenido, con un planteo 4-4-2 en bloque bajo que se estiraba poco y nada para atacar. El equipo de Martínez viene de un invicto en ocho partidos en la liga de Paraguay, pero con su postura no hacía más que reflejar su limitado potencial en la Copa Libertadores, en la que avanzó a los octavos de final como el conjunto con menos puntos (siete en seis fechas). Una cosa es el torneo local y otra la vara continental.
Estudiantes se sintió cómodo, dispuso de la pelota, pero le faltaban más combinaciones y cambio de ritmo para inquietar a Cerro Porteño. Meza se ofrecía por la derecha con sus proyecciones, Ascacibar estaba pendiente de saltar líneas para llegar por sorpresa y Cetré y Palacios abrían la cancha para luego cerrarse y ofrecerse para asociarse por adentro.
El partido tenía un tono bajo, sin llegadas ni remates al arco. Cerro Porteño no arriesgaba y Estudiantes calculaba también sus movimientos, no terminaba de soltarse. Carrillo sufría porque sus compañeros no lo encontraban, casi no entraba en juego. Cerro Porteño solo daba un paso al frente si había algún descuido de Estudiantes. Ni el aliento de su gente lo empujaba hacia adelante. Recién en una escalada de Riveros y en un remate que rebotó en Ascacibar se pudo encontrar un atisbo ofensivo local. Y para eso debieron pasar 20 minutos.
La monotonía se rompió con un estupendo zurdazo de media distancia de Arzumendia que se metía en un ángulo, hasta la que la volada de Alexis Arias -arquero formado en Gimnasia- lo desvió al córner. Fue una chispa ofensiva que debía encender a Estudiantes, que de tanto pensar el juego resignaba espontaneidad y profundidad. Cetré también buscó desde fuera del área, pero el disparo se fue desviado. Muslera recién fue exigido a los 38 minutos, con un tibio remate del ex Sarmiento Jonatan Torres.
El desarrollo se desperezó un poco en los minutos finales de la primera etapa, con un tiro libre de Castro que salió junto a un poste, un intento de Ascacibar dentro del área y una respuesta de Cerro Porteño con un cabezazo de Viera que controló Muslera.
Se paró un poco más adelante Cerro Porteño en el segundo período, insinuó una ambición que había estado ausente. Eso también le daba la posibilidad a Estudiantes de encontrar espacios para salir de contraataque. Llegó el turno de las intervenciones de Carrillo, con dos cabezazos, ambos desviados, tras centros de Palacios y Cetré.
El control de la pelota fue más repartido y Cerro Porteño debió preguntarse si antes no lo había respetado demasiado a Estudiantes, porque cuando se animó lo puso en problemas, tuvo dos claras ocasiones. Una la gestó con el desborde del argentino Aliseda a Meza y el centro que Uribe remate dos veces; el primero dio en un defensor y el segundo salió junto al poste. Al rato, Muslera mostró grandes reflejos para despejar un cabezazo de Morel -le ganó a Meza en el salto- tras un córner.
Eduardo Domínguez quitó a los dos extremos (Palacios y Cetré) y con los ingresos de Amondarain y Fabricio Pérez armó un 4-2-3-1 que parecía diseñado para asegurar el empate. En un partido en el que había pasado poco y nada, el 0-0 no le disgustaba a Estudiantes, que terminó sacando de la manga la clase de individualidades que deciden el destino de un partido frente a un tibio adversario.