La guerra entre Israel e Irán mantiene al mundo en vilo, con un saldo devastador que, hasta el momento, supera los 450 muertos y 4.700 heridos entre ambos países, según cifras oficiales. El conflicto, que combina ataques directos, objetivos estratégicos y disputas nucleares, amenaza con desestabilizar toda la región de Medio Oriente.
Del lado israelí, se reportan 24 fallecidos y más de 1.200 heridos, mientras que en Irán las cifras son más graves: 430 muertos y 3.500 afectados, incluyendo una treintena de militares de alto rango y una docena de científicos vinculados al programa nuclear. “Desde 1979, la cúpula del régimen iraní nunca había sufrido semejante nivel de bajas”, indicaron fuentes oficiales en Teherán.
Irán acusa a Israel de bombardear zonas civiles, mientras que el Gobierno de Benjamin Netanyahu niega esos señalamientos y asegura que sus ataques son selectivos y enfocados en infraestructura militar y nuclear iraní, con el objetivo de reducir su capacidad para desarrollar armas atómicas.
Pero los ataques también se han replicado con fuerza desde Irán. Este viernes, uno de sus misiles balísticos destruyó el hospital más grande de Israel, el Centro Médico Soroka, en Beersheba, provocando una condena internacional. Israel calificó el hecho como un «acto de terrorismo que cruza una línea roja».
En paralelo, el régimen de los ayatolás mantiene su defensa del plan nuclear. El canciller iraní Abbas Araqchi declaró que el enriquecimiento de uranio es una «cuestión de orgullo nacional» y que no aceptarán «enriquecimiento cero», postura que choca con la exigencia israelí de un desmantelamiento total para evitar una escalada atómica.
Mientras tanto, el expresidente Donald Trump, figura influyente en la geopolítica regional, anunció que decidirá en dos semanas si viaja a Medio Oriente para intentar, con mediación de Omán, retomar negociaciones con Irán o incluso involucrar a Estados Unidos directamente en el conflicto, en lo que sería un giro decisivo.
Ante este escenario explosivo, el secretario general de la ONU, António Guterres, emitió un llamado urgente a la diplomacia. “Estamos al borde de un abismo. La expansión de este conflicto puede provocar un incendio que nadie podrá controlar. No debemos permitir que esto ocurra”, advirtió con preocupación desde Nueva York.
Con el telón de fondo del programa nuclear iraní, la creciente presión internacional y la posibilidad de un nuevo involucramiento de potencias globales, el conflicto entre Israel e Irán podría derivar en una crisis de alcance global si no se logra un alto al fuego inmediato y una reapertura del diálogo diplomático.