En un contexto de máxima tensión en Medio Oriente, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, informó este jueves que definirá en las próximas dos semanas si viaja a Irán para explorar posibilidades de diálogo entre Washington y Teherán. La declaración fue leída en conferencia de prensa por Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, y agrega un nuevo factor de incertidumbre al ya delicado tablero internacional.
“Basándome en el hecho de que existe una posibilidad sustancial de que se lleven a cabo negociaciones con Irán en el futuro cercano, tomaré mi decisión sobre si ir o no en las próximas dos semanas”, sostuvo Trump en su comunicado.
El anuncio se da tras la confirmación de contactos preliminares entre autoridades estadounidenses e iraníes, gestionados por Steve Witkoff, el enviado especial norteamericano para Medio Oriente. Aunque no hay detalles precisos del contenido de esos intercambios, la iniciativa diplomática contrasta con la creciente hostilidad militar entre Irán e Israel.
Este jueves, en el séptimo día de ataques cruzados, Irán bombardeó el Centro Médico Soroka, el hospital más grande de Israel, provocando al menos 15 heridos. El ataque fue calificado como “un acto de terrorismo que cruza una línea roja” por el ministro de Salud israelí, Uriel Buso.
A pesar del agravamiento del conflicto, Trump se mostró evasivo sobre una eventual intervención militar directa: “Puede que lo haga, puede que no”, respondió cuando se le consultó si Estados Unidos apoyará de forma activa a Israel en su ofensiva contra Irán. Según trascendidos del martes, el exmandatario habría aprobado un plan de ataque que aún no fue detallado públicamente.
La posible participación de Estados Unidos en el conflicto representaría un respaldo estratégico para el gobierno de Benjamin Netanyahu, que busca utilizar armamento norteamericano de alta precisión como la Massive Ordnance Penetrator (GBU-57). Esta bomba, diseñada para penetrar instalaciones subterráneas, podría ser clave para impactar en bases nucleares iraníes.
La tensión global se mantiene en aumento, mientras líderes mundiales siguen sin lograr frenar la escalada. El eventual viaje de Trump podría representar una vía de negociación o, por el contrario, profundizar la división internacional frente al conflicto.